Cerca de todos los destinos del país hay un parque nacional, ya que fue en estas áreas donde empezó a desarrollarse, hace casi un siglo, la actividad recreativa de los argentinos. Ese diseño original, que enlaza rutas, servicios turísticos y circuitos comarcales, permite acceder a experiencias en el entorno natural propio de cada región, despegadas de los grandes centros urbanos.
Con rumbo Sur
La Patagonia andina propone un eje vial, la Ruta 40, para unir los parques desde Aluminé, en el norte del Neuquén, hasta El Calafate, en el suroeste de Santa Cruz. Son más de mil setecientos kilómetros de aventuras que van desde el montañismo hasta las excursiones náuticas, sumando senderismo, acampe, cabalgatas y rafting a esta oferta única de actividades en la base oriental de los Andes patagónicos.
Los parques nacionales Lanín, Nahuel Huapi, Los Alerces, Perito Moreno y Los Glaciares se conectan entre sí gracias a esta emblemática ruta, que además vincula a los lagos de la zona de Aluminé y Junín de los Andes con el tramo de “la 40” conocido como Ruta de los Siete Lagos, situado entre San Martín de los Andes y Villa La Angostura.
Siguiendo hacia el sur de San Carlos de Bariloche -y pasando por los parajes de El manso y El Foyel- en la zona de El Bolsón y Lago Puelo se impone la cultura gastronómica de la Comarca Andina del Paralelo 42. Allí, en el límite de Río Negro y Chubut, se rescatan sincréticamente los sabores locales combinados con antiguas recetas traídas por los primeros inmigrantes a principios del siglo pasado desde los Alpes europeos, a la vez que puede disfrutarse del paisaje protegido del Parque Nacional Lago Puelo.
Cholila, Esquel y Trevelin enmarcan por sus accesos norte, centro y sur al Parque Nacional Los Alerces, recientemente incorporado por la UNESCO al listado de Sitios Patrimonio Mundial por albergar y conservar desde hace más de ochenta años el Alerzal Milenario, el bosque más antiguo de América del Sur. La zona es ideal para organizar una visita que asocie los atractivos del parque, sus áreas de acampe conectadas por senderos y lagos y la oferta de servicios de los municipios circundantes al área protegida, incluyendo en este circuito los pasos internacionales a Chile que permiten acceder a Futaleufú y Palena para disfrutar de la cultura trasandina.
De camino al sur de Santa Cruz, la Ruta 40 acerca al viajante al Parque Nacional Perito Moreno, vinculado a Bajo Caracoles, Lago Posadas y Gobernador Gregores. Un espacio de inmensas estepas, lagos de origen glacial y montañas de piedra que ofrece nuevos refugios para visitantes como el ubicado en el Valle del Río Lácteo, con vistas al Cerro San Lorenzo, uno de los más importantes de la Patagonia austral argentina.
Más adelante en el recorrido, El Calafate y El Chaltén son las localidades que sirven de base operativa para las excursiones al Parque Nacional Los Glaciares, el más extenso del país. Campos de hielo, glaciares milenarios y sendas únicas entre bosques y montañas ponen de manifiesto la magnitud del paisaje que rodea al visitante.
Excursiones náuticas, caminatas sobre el hielo y una extensa red de senderos con diverso grado de dificultad hacen de esta área protegida el lugar ideal para combinar distintas actividades como pesca deportiva, trekking, camping y avistaje de fauna.
Para continuar viaje, las opciones incluyen un puente aéreo hasta Ushuaia o seguir la ruta y llegar por tierra hasta el Fin del Mundo para conocer el Parque Nacional Tierra del Fuego, donde los Andes y sus bosques se juntan con el mar. Navegar los canales fueguinos, caminar por senderos rodeados de lengas, disfrutar de las historias del siglo pasado a bordo del Ferrocarril Austral Fueguino -conocido como “tren del fin del mundo”- y disfrutar de la gastronomía local son algunos de los atractivos que ofrece el lugar, que es además punto de partida de los cruceros que visitan la Antártida en temporada estival.
Al regresar del Sur por la Ruta 3 es posible visitar el Parque Nacional Monte León, con sus miradores para avistar fauna marina y un centro de visitantes con la historia ganadera de estos campos que desde el año 2004 se han reconvertido en área protegida. Los accesos y caminos internos del Parque fueron recientemente habilitados para todo tipo de vehículos, por lo que se puede recorrer las pasarelas del sector costero.
Entre los Andes y el Litoral
En la franja central del país, dos ambientes de particular magnitud unen los montes y las formaciones geológicas con vestigios de la era de los dinosaurios en Talampaya, La Rioja, en y Sierra de las Quijadas, San Luis. La provincia puntana cuenta con ciudades preparadas para la recepción de visitantes, como es el caso de Potrero de los Funes y Merlo, destacando por su cercanía con el área protegida el complejo La Aguada, que ofrece cabañas, cabalgatas, travesías a pie y en bicicleta.
En La Rioja, los cañones del río Talampaya esperan a los visitantes con una amplia oferta de excursiones para todos los públicos y una reproducción a escala de los dinosaurios del Triásico, que pueden ser complementadas con travesías en los alrededores de Villa Unión, ciudad que aglutina los servicios turísticos tanto alojativos como gastronómicos y logísticos. Junto con el Parque Provincial Ischigualasto, en San Juan, conforman una unidad de conservación declarada Sitio patrimonio Mundial por la UNESCO.
Para los que eligen la ciudad de Carlos Paz, a poco más de 50 kilómetros -sobre la ruta provincial N°34- se accede al Parque Nacional Quebrada del Condorito, parte esencial del sistema de protección de las cuencas. Protege ambientes como la planicie de Pampa de Achala, reserva hídrica que abastece a más de la mitad de la provincia de Córdoba, y ofrece una red de senderos que permite acceder a un mirador desde donde se puede disfrutar a los cóndores enseñando las primeras lecciones de vuelo a sus crías.
En el Este del país, en cambio, los humedales y riberas del Litoral presentan una variada gama de parques nacionales en Entre Ríos, con El Palmar y Pre Delta, y Corrientes, con Mburucuyá. Los ríos Paraná y Uruguay y los Esteros del Iberá enmarcan una región caracterizada por sus tradiciones culturales, donde destacan la música y la gastronomía como característica diferencial.
El Palmar, cercano a la ciudad de Ubajay y equidistante de grandes centros urbanos como Colón y Concordia, cuenta con camping, proveeduría y restaurante y confitería, además de ofrecer una serie de opciones como adentrarse entre los palmares de Yatay para el avistaje de fauna o disfrutar de actividades náuticas. El vecino Refugio de Vida Silvestre La Aurora del Palmar completa la oferta local en cuanto a servicios turísticos.
Historias del Norte Grande
Sin duda, una de las estrellas del sistema nacional de áreas protegidas es el Parque Nacional Iguazú, visitado cada año por más de 1.300.000 personas de todo el mundo. Este destino, que forma parte del Corredor Verde de Misiones junto a los Saltos del Moconá y las Ruinas Jesuíticas de San Ignacio, mantiene la cultura guaraní en el marco de uno de los últimos relictos de Selva Paranaense. Este Parque es Sitio de Patrimonio Mundial y las Cataratas del Iguazú son consideradas una de las maravillas naturales del planeta.
Más al norte, en el límite de Formosa con Paraguay, se encuentra el Parque Nacional Río Pilcomayo, un sitio donde pueden avistarse unas 324 especies de aves. Una región de pastizales y palmares con abundante fauna nativa y clima subtropical húmedo con estación seca, que modela el paisaje y las costumbres de los habitantes. Los dos pueblos vecinos, Laguna Naineck y Laguna Blanca, cuentan con alojamientos, comedores, proveedurías y estaciones de servicio. Muy cerca se encuentra Clorinda, la ciudad cabecera de la zona con múltiples servicios y actividades frente a la capital paraguaya, Asunción.
El viaje desde Formosa hasta Jujuy por la Ruta Nacional 81 permite conocer sitios de especial belleza, como el Bañado La Estrella y la Reserva Natural Formosa, hasta llegar al próximo destino en la yungas jujeñas: el Parque Nacional Calilegua. Este espacio protegido ofrece senderos y miradores para disfrutar de los distintos estratos de una selva muy particular, que culmina conectándose en su parte más alta con la Puna.
Pueblos ocultos en las quebradas verdes, como San Francisco y Valle Grande, ofrecen su hospitalidad a los visitantes. Allí los habitantes locales prestan servicios turísticos como caminatas guiadas a las Termas del Jordán y cabalgatas por esta selva de altura, en la que se han registrado unas 123 especies de árboles, 120 de mamíferos y 350 de aves.
Ascendiendo aún más hacia los Andes, los Valles Calchaquíes se presentan con una riquísima cultura propia, representada por la gastronomía y la producción artesanal de productos textiles y de alfarería. En este entorno único se encuentra el Parque Nacional Los Cardones, que alberga ambientes característicos de varias ecorregiones: Altos Andes, Puna, Monte de Sierras y Bolsones y Yungas. Payogasta y Cachi son los poblados más cercanos a este gran cardonal de más de diez mil hectáreas de extensión, con alrededor de un millón de ejemplares de este enorme cactus de porte arbóreo y forma de candelabro.
Para llegar desde la capital salteña, se accede por las rutas Nacional 68 y Provincial 33 hasta el paraje Piedra del Molino, a más de 3.000 metros de altura, transitando en el recorrido previo por la emblemática Cuesta del Obispo, un camino sinuoso que asciende unos mil ochocientos metros desde los valles bajos.
Desde Cachi, siguiendo en sentido norte la Ruta 40, una travesía por la Puna acerca al viajante a destinos consagrados en las agendas turísticas de América del Sur: San Antonio de los Cobres, Purmamarca, Tilcara y Humahuaca son recorridos por visitantes de todo el mundo.
Más al norte aún, antes de llegar al límite con Bolivia en La Quiaca, la ciudad de Abra Pampa marca la puerta de ingreso al Monumento Natural Laguna de los Pozuelos. Este humedal, situado a unos cuatro mil metros de altura y reconocido como Sitio Ramsar, recibe durante el verano aves migratorias del hemisferio norte como el falaropo tricolor y la becasa de mar. Sin embargo, son los flamencos quienes reinan en este espejo de agua, habiéndose contabilizado más de 30.000 ejemplares de las tres especies que pueden encontrarse en Argentina: el flamenco común y las parinas grande y chica.